viernes, mayo 11, 2007

Las amargas lágrimas de un próximo doctor en letras

El mayor problema de la escritura son las equivocaciones visibles que, paradójicamente, nunca son vistas. Por ejemplo, como ya lo hemos sugerido, se puede escribir Sake speare en lugar de "Shakespeare" o pisco analítico en lugar de "psicoanalítico", deslices, por lo demás, justificables. Cuando los dislates son ubicados y corregidos, no hay problema alguno. No obstante, puesto que a Nuestro Señor se le olvidó un punto fundamental cuando creó al ser humano, ergo, la perfección, hay que lidiar de repente con los desaguisados propios de nuestra esencia terrenal. Hoy día en que recibo varias señales providenciales para hacer mi futuro inmediato más halagüeño (entre otras, que el Cruz Azul ganará el campeonato), he notado un error incorregible que hace que un mamotreto de casi cuatrocientas páginas pierda sentido lógico y vivencial: en un apartado mínimo y casi irrelevante, en lugar de poner la palabra "objeto" escribí "espejo". Sin quererlo, he escrito La invención de Morel II. Ya los segundos empiezan a repetirse...

CAS