CAS sobre Lolita en la Capilla Alfonsina
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lunes, julio 21, 2014
sábado, julio 12, 2014
jueves, julio 03, 2014
Brasil 2014
No he escrito nada sobre el
Mundial de futbol. Tampoco lo haré ahora sustancialmente y con buen juicio porque para eso tenemos a Juan
Villoro. Lo que sí haré, hoy que estamos a un día de los cuartos de final, será un vaticinio implacable y, según mi leal saber, vigoroso. Alea jacta est y que la historia me absuelva.
Brasil despertará y goleará a Colombia (con que hicieran que se reeligiera
Santos y se acelerara el proceso de paz fue suficiente). Los alemanes tendrán un
partido épico contra Francia y harán que nunca más suene la marsellesa en la
insigne tierra de Guimaraes Rosa: el espíritu de Harald Schumacher se impondrá
sobre el de Patrick Battiston y volaran de nuevo dientes sobre la tersa gama de
una cancha de futbol. Holanda, muy a mi pesar, se encargará de fulminar el
sueño tico jugando basura, como lo ha hecho todo el torneo. Eso sí, una basura
mecánica, anaranjada y radioactivísima. Los diablos rojos belgas no podrán con la
rugosidad argentina, sobre todo porque la albiceleste tiene a Dios (el Bien siempre gana) y a un aspirante a serlo que también es hijo Di María. En semifinales Brasil sabrá que
los únicos niños del Brazil son cariocas y dará cuenta de los germanos (aunque sufra mi amigo Jerónimo, ínclito teutón de Ecatepec). En el camino, el gran
Miroslav Klose superará al gordito Ronaldo como el mayor anotador en las copas del
mundo. Argentina, por su parte, dejará en el camino a Holanda, país que jamás
ganará una copa del mundo 1) porque es un pueblo que históricamente no ha sufrido y 2) por
ojetes. En la final soñada Brasil-Argentina no habrá un nuevo maracanazo: Neymar
se echará el equipo al hombro y la mandará guardar un par de veces; Messi se desesperará, tirará una patada de otro
partido y será sancionado con la roja, y Di María sabrá que nos es hijo de esa
María y que su ciudad natal, Rosario en la mano, sólo le servirá para las cuentas y padres
nuestros ahora que el Madrid lo venda en 50 kilos. El diseño perfecto funcionará:
Brasil ganará la copa del mundo y su mote cambiará de pentecostés, perdón, pentacampeón, al de hexacampeón o ese país que, sólo por su garotas, tenía la obligación de beber su sexta copa mundial.
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