martes, octubre 06, 2009

Instantáneas del Defe VI

-¡Súbale, súbale! Directito al metro Nativitas. Sin asaltos, sin tráfico, sin choques! ¡Súbale, súbale!

Después de que ha entrado el pasaje, el chalán del chofer sube una pierna y permanece por algunas cuadras con medio cuerpo fuera del pesero. Tras subir a nuevos pasajeros, dice “ya estuvo” y se acomoda con diligencia enfrente del conductor. Una vez hallado el lugar ideal, comienza a abrir y cerrar las piernas como puertas cabalísticas que invitan a alguna evolución pecaminosa. Adquiere su mayor distinción por la paleta tutsi pop que no se saca de la boca.

–No mames, güey –no hay duda: la paleta semeja un testículo en el cachete–. Tuvo, ca’on.

–¿Sí?

–Sí, no mames, güey –dijo con seguridad implacabilísima–. Pero la culpa la tuvo el Mai.

–¿Qué hizo el güey?

–Pinche culero, sus pinches mamadas de siempre.

–Sí, ya me imagino.

–Y pues le dije que no mamara, que le parara a su pinche nave porque si no a puro pan y verga me lo iba a tener.

–Pos sí, pinche puto.

–Y parece que se alivianó; pero que no mame, güey, si nomás me tiré una vez a su pinche vieja.

–A güevo, pinche pasado de verga.

–¡No mames, güey: ahí viene. Clávate ahorita, güey, en chinga. No lo dejes pasar.

La bola en las mejillas y su oscilación inquebrantable desapareció en el rostro del hombre de la esquina; una vez que estuvo en igualdad de circunstancias, como por un resorte fue expulsado de nuevo hacía fuera del microbús.

–No mames, la neta le faltan güevos a ese güey. ¡Súbale, súbale! Directito el metro Nativitas. Sin asaltos, sin tráfico, sin choq...
CAS

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