CAS sobre Rojo y negro de Stendhal en diciembre
CAS
viernes, noviembre 28, 2014
martes, noviembre 25, 2014
Vuelos II. En el aire con Pedrito
De nuevo ignoro cuántos vuelos he
tomado últimamente. Ayer regresé, dormí en mi cama por primera vez en una
semana y heme ahorita otra vez en el aire. Hoy por primera ocasión me detuvieron en
la revisión de rayos equis. Pensé que me inspeccionaban por los granos de café con
chocolate para mi postre con los que suelo viajar. Pero no. El policía hurgó un poco más en mi
mochila y encontró un cuchillo de mesa sin filo y con el que no se podía cortar
un limón. Lo sabía porque me lo había robado del restaurante de mi último hotel:
mis alumnos me esperaban con unos tequilas y limones para ser cortados en la
alberca del techo. Lo curioso fue que el cuchillo, que estaba en mi backpack quién
sabe por qué sibilina razón, lo había pasado sin saberlo en el último viaje:
nadie en el aeropuerto de Guadalajara se había dado cuenta de que introducía un
objeto, ni punzo ni cortante pero arma blanca al final, a la sala de espera. Ya
en el DF me lo quitaron y el numerito no pasó a mayores. No obstante, sigo
siendo hijo de los aeropuertos y me pasan cosas que debo entender, no hay
de otra, como señales providenciales.
Verbigracia:
a últimas fechas me he encontrado seguido a un muchacho que fue
estrella infantil del cine y la canción, y según por el número de autógrafos
que le piden comprendo que sigue siendo famoso: Pedrito Fernández. Me he
topado con Pedrito en los aeropuertos cinco veces en los últimos cuatro
meses. En realidad no sé qué haga, pero seguramente no lo que yo: un servidor
se dedica decorosa y honorablemente a la literatura, ergo, embaucar a incautos
a lo largo y ancho de un país en forma de cuerno. Supongo que lo de Pedrito
será más fecundo y enriquecedor (para mí esta última palabra sólo tiene una
acepción: engrosar nuestras cuentas de banco). No sé si alguna vez me haya visto y me
haya pensado como su redentor, palabra que primero tendríamos que explicarle
(mi look actual ha pasado del Gigante egoísta wildeano al de Hagrid
harrypotteriano); pero el tema es que ahí está, da autógrafos y posa como divina
garza que, ya sabemos por un escritor jalapeño, no puede ser domada.
Hace
algunas semanas yo regresaba no sé de dónde y ahí estaba Pedrito en la sala de
espera. La verdad me dieron ganas de saludarlo, sacudirnos la mano solos o
acompañados y crear finalmente el vínculo fraternal que él seguramente anhelaba
cinco aeropuertos atrás. Naturalmente no lo hice: ¡ya parece que yo iba a
estar saludando al pinche Pedrito Fernández, ni que fuera ese cabrón de
Ricky Martin! Le di carpetazo al asunto y me subí al avión. Todo iba bien hasta
que él se subió a la misma aeronave seguramente nada más para molestarme y abriera de nuevo la
carpeta. Despegamos y todo, salvo las turbulencias (¡coño! ¡Juro no tratar más a mis alumnos como lo que realmente son ―idiotas― si diosito las desaparece!) iba miel sobre hojuelas. Lo fue hasta que, una vez más, fui testigo de la ruindad humana. Al
lado mío, cruzando el pasillito, estaba un cuate que tenía ganas de hacer plática
(en viajes de una hora debería existir una bula papal que prohibiera platicar
con el compañero de asiento). Vio mis manos psoriásicas y dijo: “Así habrá
quedado el güey al que le pegaste”. En lugar de responderle seriamente y
decirle que todavía no pasaba eso pero podría suceder antes de aterrizar,
sonreí como idiota. Tomé un trago de mi bourbon y le expliqué sobre mi
condición (enfermedad autoinmune, llagas en las manos, hidrografía severa en
los codos, individuo en vías de ser el Guapo Ben etc.). Acto seguido, como si
estuviéramos compitiendo por patologías a 12 mil pies, contraatacó: “Yo he
tenido dos infartos y dos operaciones a corazón abierto”. Obviamente, a pesar
de la buena forma de mis nudillos graníticos, no había duda de quién había
ganado. Cedí estoico ante un contrincante de ligas mayores y con toda decencia
contribuí a la causa con un muy buen puesto y digno ¡Uy!
El
tipo, que tenía a su mujer al lado (muy parecida a la esposa de Goebbels, por
cierto), siguió con la perorata de que si alguien sabía de enfermedades era él.
Fue entonces cuando un espíritu del aire a corazón abierto lo iluminó, y sacó
su celular del saco. Pensé que me enseñaría pornografía protagonizada por él y
frau Goebbels pero no: con aires de grandeza, me empezó a mostrar fotos de
mujeres “buenas” a las que había fotografiado en el aeropuerto. Mientras lo
hacía su mujer no se inmutaba y seguía leyendo sobre los hoteles ecoturísticos
en la revista de la compañía aérea. Yo, por mi lado, le quería pegar y sacarle de
una vez por todas el corazón abierto y facilitarle la siguiente operación al
cirujano. Me tenía prendado del brazo en el pasillo y le escuchaba resignado: Ésta
entró al baño, Ésta es del Starbucks, Ésta se agachó y, como ves, yo me agaché
más. Estaba por zafarme hasta que arribó a donde quería llegar desde un
principio: el selfie con Pedrito Fernández. “¿Tú no te tomaste una?”, preguntó
ufano. Pedrito en imágenes y en la vida real me acechaba.
A
estas alturas, y a ésas del avión, es importante hacer un largo y
sustancial paréntesis. (La banda suele
creer que uno tiene que fotografiarse con toda persona famosa que ande por ahí.
El punto es, sin ánimo de ser aguafiestas, cómo saber si es famosa; más aun: por
qué vamos a querer tomarnos una foto con ellos. Yo lo haría si se tratara del
Conejo Pérez, pero ahí sería un razonamiento válido y contundentísimo: me sacaría
la foto para que mi sobrino se muriera de celos al enseñársela. En una ocasión
mi querido Maestro Toño Ramos Revillas, escritor de cepa que recibe cuantiosas
regalías anualmente para-que-yo-me-muera-de-envidia, se encontró en un
aeropuerto al jugador del Monterrey, Humberto el “Chupete” Suazo. Al verlo,
Toño (regiomontano que le va a la pandilla) goteó en silencio. Y empezó a
planear la estrategia para abordar al futbolista chileno y fotografiarse con
él. Rápidamente la tuvo: en una evolución vil, Toño sacó de sus
ropajes su último libro para niños, Puppy
Love, y clandestinamente se le acercó no al Chupete sino al hijo de éste (como cuando uno quiere hacerse amigo
del perro de la mujer guapa y lleva un poco de tocino en la bolsa del
pantalón). Suazo, pelón pero no pendejo, dejó los autógrafos y reaccionó ante
las malas intenciones de un rufián que pretendía embaucar a su hijo. Al verlo
llegar, Toño tuvo que reaccionar rápidamente ante la inminencia del chupetazo y
le dijo que era escritor de libros infantiles, que sólo le había regalado el
libro al niño. El Chupete, ya más tranquilo y como alguien que llega a un entretiempo después de una lucha sorda en media cancha, hojeó el libro y dijo
gracias. El buen Toño, ya entrado en materia y sin estar preparado, sacó dos libros
más de su morral y se los obsequió al chileno. Obviamente, después de semejante
bajeza, al futbolista no le quedó de otra que hacerse unas fotos con Toño. Mi
querido Maestro Ramos Revillas las subió ipso facto a su facebook con una
inscripción que parecía cuerpo del delito: “Aquí en el aeropuerto con mi cuate
el Chupete Suazo”. Cuando me contó su
historia sólo pensé que hubiera sido más fácil retratarse con el Conejo Pérez).
Le
dije al pasajero que yo no era muy fan de Pedrito pero solía encontrármelo seguido
en los aeropuertos. El hombre peló los ojos, se le hinchó el pecho como pura
sangre, se chupó los labios como evitando un síncope y me observó unos segundos auscultándome la sien. “¿Quién eres?”, espetó como si la confusión en su vida
fuera un dogma de fe. Carlos Antonio... ¿Pero qué haces? Soy escritor, maestro y
me dedico a la literatura en todas sus rusticidades. Volvió a observarme de
arriba a abajo y dijo para sí en voz baja: “También es famoso…”. La escena a continuación
se intituló Por qué todos los que se
toman fotos con Pedrito Fernández en los aeropuertos tienen que ser lanzados al
océano en pleno vuelo. El hombre, ya a punto de aterrizar, se quitó el
cinturón de seguridad y se me abalanzó. ¡Tú también eres famoso! ¡Necesito una
foto contigo! Al tiempo que la mesera peleaba con él y yo lo alejaba del cogote:
¡Señor, no puede pararse! ¡Póngase el cinturón! ¡Necesito mi foto con él!
¡Señor, no puede usar su aparato ahorita. Los equipos electrónicos tienen que
estar apagados! El fan por fin logró el selfie conmigo y regresó a su asiento.
Más tranquilo me tomó del brazo, me agradeció y me dio su tarjeta de presentación.
“Soy asesor legal. Háblame si tiene algún problema”. Asentí al tiempo de que
dábamos la vuelta arriba de mi casa en la Del Valle y aterrizábamos. Del
incidente se enteraron sólo algunos. Pedrito, que se había dormido durante el
vuelo, se levantó del asiento, se estiró y dio un par de autógrafos más. Yo me
sentía humillado: un hombre descorazonado me había puesto en la eternidad de su
celular al lado de una estrella infantil de la canción que no podía salir de la
nomenclatura del diminutivo (Pedritos hay más célebres y juegan en el Barcelona).
Agradecí el vuelo corto. Tras de mí solo escuché que la mesera le preguntaba
al hombre que tenía un affaire con la esposa de un nazi y dos corazones mal habidos:
“Oiga, ¿quién es ése con quien se tomó la foto? ¿Pepe Aguilar? ¿Aleks Syntek?”.
Sufrí un poco más, como lo he hecho consuetudinariamente en esta vida, y salí como
alma en pena a buscar mi valija.
CAS
jueves, noviembre 06, 2014
Sobre Doctor Zhivago
En este momento puede leerse mi texto "Pasternak, la CÍA y el libro prohibido" en el portal de la revista Letras libres. Pínchale aquí y si le quieres echar un ojo.
CAS
lunes, octubre 27, 2014
jueves, septiembre 18, 2014
viernes, septiembre 05, 2014
CAS hoy en el FCE
CAS
.
Booktuber Fest
Mesa redonda
Jóvenes, lectura y comunicación digital
Participan:
Alberto Chimal (México)
Sergio Téllez-Pon (México)
Karen Villeda (México)
Carlos Antonio de la Sierra (México)
Jóvenes, lectura y comunicación digital
Participan:
Alberto Chimal (México)
Sergio Téllez-Pon (México)
Karen Villeda (México)
Carlos Antonio de la Sierra (México)
Viernes 5 de septiembre de 2014
16:00 hrs
Fondo de Cultura Ecconómica
Carretera Picacho Ajusco 227
Col. Bosques del Pedregal
Delegación Tlalpan
17738, México, DF
Carretera Picacho Ajusco 227
Col. Bosques del Pedregal
Delegación Tlalpan
17738, México, DF
CAS
.
lunes, julio 21, 2014
sábado, julio 12, 2014
jueves, julio 03, 2014
Brasil 2014
No he escrito nada sobre el
Mundial de futbol. Tampoco lo haré ahora sustancialmente y con buen juicio porque para eso tenemos a Juan
Villoro. Lo que sí haré, hoy que estamos a un día de los cuartos de final, será un vaticinio implacable y, según mi leal saber, vigoroso. Alea jacta est y que la historia me absuelva.
Brasil despertará y goleará a Colombia (con que hicieran que se reeligiera
Santos y se acelerara el proceso de paz fue suficiente). Los alemanes tendrán un
partido épico contra Francia y harán que nunca más suene la marsellesa en la
insigne tierra de Guimaraes Rosa: el espíritu de Harald Schumacher se impondrá
sobre el de Patrick Battiston y volaran de nuevo dientes sobre la tersa gama de
una cancha de futbol. Holanda, muy a mi pesar, se encargará de fulminar el
sueño tico jugando basura, como lo ha hecho todo el torneo. Eso sí, una basura
mecánica, anaranjada y radioactivísima. Los diablos rojos belgas no podrán con la
rugosidad argentina, sobre todo porque la albiceleste tiene a Dios (el Bien siempre gana) y a un aspirante a serlo que también es hijo Di María. En semifinales Brasil sabrá que
los únicos niños del Brazil son cariocas y dará cuenta de los germanos (aunque sufra mi amigo Jerónimo, ínclito teutón de Ecatepec). En el camino, el gran
Miroslav Klose superará al gordito Ronaldo como el mayor anotador en las copas del
mundo. Argentina, por su parte, dejará en el camino a Holanda, país que jamás
ganará una copa del mundo 1) porque es un pueblo que históricamente no ha sufrido y 2) por
ojetes. En la final soñada Brasil-Argentina no habrá un nuevo maracanazo: Neymar
se echará el equipo al hombro y la mandará guardar un par de veces; Messi se desesperará, tirará una patada de otro
partido y será sancionado con la roja, y Di María sabrá que nos es hijo de esa
María y que su ciudad natal, Rosario en la mano, sólo le servirá para las cuentas y padres
nuestros ahora que el Madrid lo venda en 50 kilos. El diseño perfecto funcionará:
Brasil ganará la copa del mundo y su mote cambiará de pentecostés, perdón, pentacampeón, al de hexacampeón o ese país que, sólo por su garotas, tenía la obligación de beber su sexta copa mundial.
CAS
jueves, junio 19, 2014
Adiós, querida Ana
El cielo ya no es de este mundo. O es acaso que el mundo ya
no le pertenece a este cielo. ¿Cómo aceptar la fragilidad humana si no existe
un orden específico que prefigure su finitud? Somos quebradizos, limitados,
inverosímiles. Allá en los suspiros está la morada de nuestras sombras. ¿Cómo
aceptar las reglas de un juego que proyecta el azar como broma sin sentido? Se
dice que así son las cosas pero nunca por qué son así. O más allá y por último:
¿por qué se van los justos? Por qué se esfuman las personas ecuánimes, íntegras,
antes de tiempo. ¿Cuándo es bueno morir? Sin duda no a los 35 años. Sin duda no
cuando se tiene una vida larga y beatífica por delante. Sin duda nunca cuando
hablamos de un corazón de implosiones amorosas que revitalizaba a los otros cada
nacimiento del sol. Sin duda jamás para que ese corazón haya explotado por
capricho de quién sabe quién para dejar por siempre sus tañidos largos y dichosos.
Ana Santos, mi querida, amada amiga, fuiste tú la guardiana de ese músculo de
bienandanza y humanidad que tuvo el infortunio de detenerse hace un par de días
para dejarnos en la más desoladora orfandad. Hay un pedazo de alma que nos han
quitado. Ayer, sin embargo, soñé con un corazón que latía: era el tuyo como
parte del mío y son(ñ)aban al unísono en un solo compás; eran tus golpes de
pecho que hacían en mí una evocación dilatada y genial. Eras tú y la memoria
eterna, pues el olvido, conmigo y el cielo nuevo, será una quimera vil, una
utopía abyecta que abanderaré mientras haya vida breve. Somos tu gente y negaremos
tu partida: no habrá manera de cercenar el recuerdo como se lo hace con la
guillotina sobre un cuello tierno. ¿Vale la pena preguntarse por qué? ¿Es
relevante decir por qué te adelantaste a un territorio en el que todos tarde o
temprano deberemos checar tarjeta? ¿Es el lamento necesario cuando ya no estás
y jamás volveremos a ver tus ojos claros y sedosos que desplegaban sapiencia y
bondad? Ana, amada amiga: simplemente saliste del paréntesis de la vida para
entrar en otro que por ahora todavía no conocemos, pero donde en algún momento
cohabitaremos armónicamente como puntos suspensivos. Cerremos pues los
corchetes del paréntesis de tu vida y sigamos con la nuestra sin ti pero
contigo, ahí donde el recuerdo tiene peso específico y finca la trascendencia
vivencial de los seres humanos: mi memoria, pues, es tuya. Ana querida, el
punto final de tu vida es el inicio de tu verdadero relato, el grito escrito de
la remembranza que te hará inmortal entre nosotros, que te dotará de la eternidad
que alcanzan sólo los augustos, los probos. Yo sólo te digo que no habrá día en
que no piense en ti, pues has reservado un espacio afable en la mente y el
corazón de este cuerpo mallugado. Brindo contigo con un whisky12 años como lo
hicimos tantas veces en tantas partes, pues la finitud del cuerpo es también la
perennidad de la palabra, la memoria y el amor.
CAS, Tepic, 18 de junio de 2014
miércoles, junio 11, 2014
jueves, abril 03, 2014
martes, febrero 25, 2014
Del DF para Nayarit (ese priorato llamado estado)
CAS
para M,
Siempre se ha pensado en esa práctica insana de los juicios en silencio. En México es el pan nuestro de todo día. Pero qué pasa cuando la revelación es tan evidente que, como diríamos acá, no deja pie con bola (mi siguiente libro se llamará De la taciturnidad como estruendo). Hay que sufrir, pues.Y ser escépticos. Allá ellos (mis alumnos siempre me preguntan entre este "allá" o este "haya" o esta "aya" o este "halla". Mis alumnos son idiotas y hay que responderles. Y vuelvo a sufrir, qué más...). Pero más ALLÁ de todo esto, es necesario matizar puntos o claves o rutas o... algo, GODDAMN. En este país hay una cosa llamada Tepic: inentendible espacio como muchas otras cosas del universo (como que exista el América, pues). Pero en esa parcela malsana que se ve desde afuera, hay resquicios, intersticios para decirlo como lo manda correctamente el lenguaje, que hacen mantener la memoria, el sueño y la sensibilidad de una comunidad. Ahí donde quizá el mote más común sea Melanie habrá algo distinto, más pegado al sol como una vaca, más embutido (como lo que sale de una vaca), más sentido y más abierto a ese territorio a veces ignoto pero ambulable por algunos seres humanos. Por eso hay que hablar de ello, pa que sea viviente, pa que sea resistente, pa que se murmure de él y sea verbalizado. Dale, dale, pues, que de ahí somos todos...
CAS
lunes, febrero 10, 2014
viernes, febrero 07, 2014
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