martes, abril 25, 2006

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Siempre he pensado que los suicidas son unos miserables. Varias veces he impartido cursos sobre escritores suicidas e invariablemente concluyo que, más allá de su literatura, jamás compartiría su opción de vida. El sábado mismo platicaba con unas amigas sobre un compañero de la primaria que se voló la tapa encefálica en una sala de cine; su mamá estaba al lado. Hoy día voy llegando a la casa y me entero de que un gran amigo se quitó la vida. Cosas veredes: independientemente de los motivos, los suicidas son unos miserables, pues son causantes, aunque no lo sepan (ya qué les importa), del sufrimiento y zozobra de los otros.

CAS

1 comentario:

Diana Ubicua dijo...

Esa es la gracia, desde mi perspectiva, de toda muerte decidida. No importa que lo hagas, el mundo seguirá su curso. No es un detonante de nada. No desencadena nada. Es sólo un paso más.