15 de septiembre, Día del grito (¿como el de Munch? No, señor: como el de Carlos Cuauhtémoc Sánchez). Explíquémosles, pues, a los extranjeros qué es eso del Grito en México (la conmemoración de nuestra independencia, ínclito. ¿Ah, sí? ¿Se independizaron ese día? Agüéveris: ¡Viva Fernando VII, qué chingaos!). Una vez, cuando yo todavía era un imberbe mozalbete -ya no lo soy, aunque me digáis grumete con voz de falsete-, estaba en Cuba, esa magnífica isla del Caribe que ayer abrió sus puertas a la fiereza del capitalismo y a la satánica propiedad privada. Corría el año 93, momento más álgido de ese periodo especial de cuando la URSS abandonó a la isla (bueno, no los abandonamos, Fidel, pero ahora hay que negociar en dólares). La fecha, no obstante, era relevente para el grupito de estudiantes mexicanitos que estaba allá. Habíamos ido con unos amigos cubanos a un lugar donde tocaban Manolín El médico de la salsa y el NG La Banda. Y naturalmente uno de los amigos conocía al cantante del NG y naturalmente lo saludó con efusividad y naturalmente después de eso el cantante A ve', compañelo. Hoy e' el día en que nuetro paí hemano, México, festeja su independencia. Hay que recordal, compañelo, que México fue el único paí que no rompió relaciones diplomática con Cuba cuando todo' los demá lo hicieron. Entonce' tenemo aquí a uno amigos mexicano y le vamos a pedi' al compañelo Calo que pase aquí al frente con nosotro para que diga una palabras ("¿compañelo Calo?". ¿Eres tú Carlos?). Pásale pol' acá, Calo. Toma el micrófono, hemano. Fue así como un mexicanito, estudiante del segundo año en la célebre Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, dio el Grito de Independencia en la Heroica ciudad de La Habana. Terminé con una frase incendiaria: "Viva México y viva Cuba, cabrones". Chet. Fue ahí cuando experimenté las glorias y jerarquías del escenario y no hubo cubanita que no fuera a por mí el resto de la noche.
Hoy día, cuando las nubes eclipsan cualquier dejo de ilusión en este país, la pregunta obligatoria es ¿Hay que gritar? Pero por supuesto, pinche güey, ¿quién te has creido? Hay que gritar porque hay un ejército suelto en las calles que acribilla familias cuando no se detienen a su llamado. Hay que gritar porque el nuevo tiro al blanco de las ferias es ahora con cuerpos inertes y sin cabeza colgados en puentes federales. ¡Ay, qué grito de tequila me acabo de echar aunque sea ley seca, señor policía! Hay de gritos a gritos, míster president: gritá a Iturbide, Felipe, gritalo, s'il vous plait. ¡Ay, ay, ay, Mexiquito no te me rajes! ¡No te me rajes más que ya se sale del mapa tu hidrografía escarlata! Hay que gritar, chingao, por que los fondos bajos ya sean los correctos y no espejismos cotidianos que desenmascaren que se puede estar peor (hay que ir a las aguas profundas, Señor). ¡AY QUEEE GRITAR, AY QUE GRITAR. EL QUE NO GRITE ES UN HÉROE NACIONAL! Ash, vamos al Grito, ¿noooooo? Ash, ¿estás loca?¿Con esa nacada? No, Bubis, a mí me invitaron a Palacio Nacional: va a estar Miss Universo. ¡Ash! ¡Aaaaggghhh! Ya canté guajaca, carnal; ya espanté al mostro; ya me eché unos lodos acá a la vuelta. ¡Lleve su Grito, su grito ahogado; sus alhóndigas al chipotle; sus tacos de hidalgo y costilla. Llévelo, llévelo! Hay que gritar para que ya no griten más Viva México, eres mexicano, amo a México. ¡hAy que gritar para que el cuerno a la deriva no se hunda antes de tiempo! Gritémosle, pues, y hagamos del eco un arca esperanzadora que nos salve del zafio y ominoso presente de este pueblo.
CAS
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