viernes, julio 18, 2003

Bien. La cosa no estuvo tan mal: mi casa no fue escenario de la degustación etílica y, sobre todo y gracias a Dios bendito, regresé solo. El único problema es que apenas en este instante voy llegando a mi deptito aquí en la Del Valle. En la mañana brinqué cuerpos desconocidos en una casa también desconocida. Uno de los cuerpos roncaba y me despertó. Ya en mi edificio me vi un poco la punta del pie; después fui al centro. Comí una torta de milanesa. Sabía a rata pero estaba buena. Creo que regresaré a la faena pendiente: es hora de nuevo de dedo gordo.

CAS

PS. Ayer en la cantina estaba Aguilar Zinzer con una hermosísima mujer rusa. "Voy a pedirle un autógrafo al delegado ante la ONU", dijo el Serge. Sin embargo, lo convencí de que se lo pidiera mejor a la rusa. Ahora el buen Serge pretende enmarcar una servilleta. "La amo", dice.

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