Fue un fin de semana intenso, con misterios ineluctables como siempre. En realidad todo iba bien hasta que apareció Légolas, el arquero de El señor de los anillos. De entrada se declaró gran bebedor de tequila y especialista en Montaigne. Al final no fue ni lo uno ni lo otro y tuve que llevarlo en vilo a su alcoba. Ahí, con los ojos humedecidos, lo esperaba una docella herida, lamentándose de que su hirsuto amado de blonda cabellera la hubiera abandonado por una siniestra witch (o bitch, como se le quiera ver). Salieron a caballo al alba y nunca volvimos a saber de ellos. Después, todo fue un poco nebuloso: vimos el inicio de cinco películas sin terminar ninguna (experimentábamos Si una noche de invierno un viajero en cine), el Morc dio una conferencia telefónica sobre Mariano Azuela mientras una boca desconocida le practicaba una felación ("es una radiodifusora que sólo oyen tres gatos", se disculpó), Alic y Asakhira buscaban desquiciadamente rincones de sol y el Fuc dijo "esa pizza es una majadería". Hasta hoy se desconoce el paradero de Légolas y su púber amada, pero se rumora que ella sigue llorando a cántaros y buscando un reducto de lascivia; él, por su parte, sigue sin saber nada de Montaigne.
CAS
lunes, julio 07, 2003
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