Le dio una chupada al cigarro y miró el cielo, como anhelando que la lluvia inexistente trabara las palabras. Adolorido la miró de nuevo y tiró la colilla con el índice. El aire era tenue y amable. Ella puso la mano en el hombro de él y lo apretó un poco. Así, con la complacencia encontrada en ese tendón desconcertado, ella musitó desviando la mirada:
--Aprende a perdonarme.
CAS
lunes, noviembre 24, 2003
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario