jueves, mayo 29, 2003

Ayer, después de mucho tiempo, volví a ver a mi amigo Rodrigo Alemany. Realmente me dio mucho gusto. Rodrigo tuvo una, como él dice, encerrona de un año. Ahí, leyó toda la biblioteca con la única neurona que le quedaba viva. Todavía sigue hablando de Chile y de los años de la dictadura, pero con mayor tranquilidad. Sólo espero que no se le haya olvidado la manera de hacer esas espléndidas empanadas a las que nos tenía acostumbrados hace algunos años. Con él descubrí el pisco y los alfajores. También ha sido uno de los mejores poetas que he conocido.

CAS

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