viernes, febrero 14, 2003

Radiografía del alcohol

Los mitos en torno a la bebida son innumerables; y muchas veces son eso nada más: mitos, viles mentiras, infundadas y perniciosas falsedades que buscan confundir al notable bebedor. Decir, por ejemplo, que ingerir dos o tres bebidas distintas es contraproducente, no pasa de ser una falacia sumamente ingenua. Uno puede mezclar cerveza y tequila sin problema alguno; y si al final se le añade el desempance de unos buenos tragos de ron, la combinación es incluso digestiva. El secreto está en no abusar. El tequila, para mayor información, se toma con la cerveza como chaser, es decir, una bebida suave que acompaña a una fuerte. La mecánica es tomarse el tequila en caballito (esto es muy importante: siempre debe ser en caballito) de un jalón, sin dejar una sola gota; después un trago de cerveza. El elemento sangrita puede ayudar a la armonización de los sabores, pero hay que tener cuidado: no hay en el mercado ni una sola sangrita decente, así que la mejor es la que uno puede preparar en casa (hay muchas recetas). La sugerencia para el tequila (aquí sigo siendo demasiado clásico) puede ser un Herradura reposado, un Don Julio blanco o un Las Trancas; si no hay suficiente dinero, un Tradicional puede servir. La cerveza, aquí no hay vuelta de hoja, debe ser una Vicki, alias Victoria, de las únicas chelas campechanas que existen. No importa si se toma directamente de la botella, aunque Gonzalito Celorio opine lo contrario.

Entre una y tres de la tarde es la hora de los martinis secos, según se dice, la bebida por antonomasia de los escritores desde que Alfredo Bryce Echenique tuvo a bien tomarse 19 martinis en un hotel de Colombia. Los testigos juran que no le hicieron nada. Hay que ser rigurosos: el vermut sirve estrictamente para aromatizar la copa y darle un toque sutil a la ginebra. Aquí hay de dos, Beefeter o Sapphire Bombay, nada más. El secreto es el siguiente: nunca de los nuncas se le ocurra agitar la mezcladora; hay que dejar, más bien, que durante un rato repose la ginebra con lo hielos, que deben estar recién hechos para que sólo enfríen. El whisky, por su parte, es una bebida que según doctos escoceses hay que tomarlo solo y no como se hace normalmente, en las rocas y con agua mineral. Se dice que si no se soporta solo lo único que se le puede poner es un chorrito de agua.

El vodka es un licor detonante y sólo se mezcla cuando realmente es un mal vodka; se acostumbra hacerlo con jugo de naranja o agua quina. Pero la mejor manera de ingerir tan onírica bebida es como el tequila, sola y de un jalón. Es primordial que la botella permanezca en el congelador para que el trago resulte más saludable. Al respecto hago una abierta invitación para que se pruebe el Zubrówka, uno de los mejores vodkas polacos. Se encuentra en las buenas vinaterías. No obstante, hay que tener mucho cuidado: nunca hay que mezclarlo con otro alcohol; se puede hacer sólo con una bebida distinta, pero una tercera sería en verdad peligroso.

Por último, algunos consejos. Nunca en la vida hay que tomar esa nacada que de manera eufemística se ha llamado Paris de Noche, es decir, coñac con refresco de cola; tampoco eso que se llama Charro negro, tequila con cola también. Los refrescos de cola únicamente se deben tomar con ron y acaso con brandy. Otro día regresaré a más brebajes afrodisiacos, algunos básicos como el mezcal, el ron mismo y el vino, que dicen los españoles, resuelve todos los problemas de la vida.

CAS

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