Desde que vi Mulholland drive hace casi un año, no había visto una película que me desconcertara tanto: Hable con ella. Aun cuando Pedro Almodóvar me parecía ya un bufoncete ampuloso con algunas de sus últimas películas (Kika, Tacones Lejanos, Carne trémula), tenía muchas ganas de echarme ésta. El verano pasado intenté verla en Praga y en París pero la exhibían doblada. Tenía la esperanza de que la dieran en Madrid; al buscarla ya no estaba en cartelera. Me niego a hablar sobre ella simplemente porque es una alegoría acerca del lenguaje y la decadencia de sus emisores: el ser humano. Sería imposible describirla con palabras. El Olis tiene razón cuando dice que Almodóvar es un ser complejo. Por eso no es una hipérbole llamarla obra maestra.
CAS
lunes, abril 28, 2003
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