Ayer en el Corona
--¿Quién es esa vieja mamona? --le pregunté a Nicoménicus.
--Es amiga de Pinkililinki.
--¿Quién es esa vieja mamona? --le pregunté a Pinkililinki.
--Es amiga de Nicoménicus.
La susodicha había llegado a nuestra mesa minutos antes; se paró en medio de los antes mencionados personajes y les dijo "¿Puedo sentarme?". Inexplicablemente los bergantes se abrieron en un acto identificable sólo como terror-pánico. Después las excusas: "Creo que la conocí en una presentación, creo que es amiga de un poeta conocido, creo que es compañera de trabajo de no sé quien". Cuando Domingo trajo la cuenta, la mujer --puro en mano-- se levantó de su asiento y se ubicó donde la rocola.
--Nicoménicus, ve a decirle a tu amiga que no se haga pendeja y pague las chelas que se bebió.
--No es mi amiga.
--Mira, mano --lo conminé tomándolo de su bien cuidada caballera--. Vas ahora y le dices que ponga su varo.
Nicoménicus fue a por ella y, como me lo suponía, regresó con semblante derrotado.
--Dice que ella estaba pidiendo sus chelas por fuera.
--Pues yo le vi pedir todas aquí.
--Pues sí --apuntó sabiamente Nicoménicus--. ¿Tú qué hubieras hecho si alguien llega y te pide sentarse?
--Le digo que no.
--Pero...
--Pero nada, mano.
Al final la mujer le birló un puro a Pinkililinki, le dio varios tragos a mi pachita de Dewar's y bebió algunos litros de chela a costa de todos. Cosas veredes. En la viña del señor se cuecen habas y existirán siempre mujeres perversas que dominen a los hombres débiles... o pendejos.
CAS
viernes, agosto 08, 2003
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