viernes, agosto 29, 2003

Reconstruiré lo que pasó ayer a partir de la siguiente imagen: Nicoménicus duerme en mi sala y yo no sé por qué.

1) Tequilas y cerveza en "La invencible". Mayra dijo que se va a Montreal y Linkililinki confesó que a sus mujeres les prepara unos hot cakes muy buenos. Esto hizo que su nuevo mote fuera, ipso facto, Cursililinki. Nicoménicus dijo que el maestro Pomo estaba muy enojado porque le habíamos ganado su lugar consentido. El maestro Pomo tuvo, por lo mismo, que irse a "La providencia" y acordarse de la vez que en el aeropuerto se le abrió la maleta. Su contenido era revelador: un calzón, un pomo, un calzón, un pomo.

2) Huímos hacia el centro: era la despedida de Agustín. Agustín es escritor y se va a Hungría un año a dar clases. Su novia, desde luego, no tiene ni idea de lo que es Hungría ni mucho menos las húngaras. Mayra y Link nos abandonaron y sólo fui con Nicoménicus. Durante el recorrido, el antes mencionado personaje dijo continuamente sólo dos frases: a) quiero unos tacos, b) quiero guacarear. Y como no le permití ninguna de las dos cosas, uno porque era mi coche y dos porque yo no tenía hambre, llegamos al convite a un antro al que no sé porque fuimos pero que obedece al nombre de "Lobo estepario". Entonces hay fotos de lobos en las paredes; antes se llamaba La cucaracha y había fotos de cucarachas, cosa que, después supimos, era un vulgar falacia, pues las cucarachas eran reales. Fue así como me volvieron a presentar a gente que me habían presentado mil veces y yo no sabía quién era.

--Mucho gusto --les decía.

--Pero cómo que mucho gusto --me increpaban--, si nos han presentado cinco veces.

--Exacto, lo cual no quiere decir que no me dé gusto verte.

Lo demás fue un poco nebuloso, pero me acuerdo que platiqué un buen rato con Nacho Trejo acerca de esta amiga en común que se había ido a Alemania y le había pegado a su marido en una estación de tren; con Carlos Miranda nos acordamos de nuestro querido amigo Raúl Ortiz y de que tenemos que ir a comer a su casa; también de un amigo escritor del que habíamos platicado la última vez que nos vimos y que acaba de morir (cosas veredes). Supongo que fue en este momento cuando atomicé la plática. Dije: "Le bateau ivre" es el mejor poema escrito en lengua francesa. Tengo la impresión de que se sacaron un poco de onda, pero nadie dijo nada. Aquí fue cuando supe que nos teníamos que ir, en parte porque no estaba muy seguro de lo que acababa de decir y no hubiera sabido cómo defenderlo y en parte porque Nicoménicus yacía de bruces sobre la mesa sin poder pararse. Me despedí de Agustín, quien me presentó-despidió con sus alumnos con un "es un excelente ensayista; por supuesto digo esto porque siempre habla bien de mí en sus ensayos". Sonreí y me abstuve de contar la vez que tuve que sacarlo cargando de un antro de ficheras.

3) Ya en el coche, Nicoménicus insistía en las frases de cuatro horas antes, así que tuve que complacerlo con una, y a medias: fuimos a por las fundamentales tortas de pulpo. Comimos y después le enseñé el edificio donde empezará nuestra película; además olvidamos dónde estaba el auto y pasamos como media hora buscándolo. Ya en la casa, Nicoménicus cayó sobre los cojines azules de mi sala y hasta ahorita no se ha levantado. Creo que me dijo que lo despertara a las ocho porque entraba a chambear a las nueve, pero no estoy muy seguro. Más bien lo dejaré dormir una hora más y después lo correré.

CAS

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