viernes, junio 13, 2003

El Fuc insistía en filmar la ruta trágica. "Hay un concurso de trescientos mil pesos que podemos ganar", decía. Sin embargo mi cámara no tenía pila suficiente y nos perdimos de grabar un video memorable. La escena inicial era robarnos un camión de Corona y huir a la frontera. Como necesitábamos un revulsivo drástico, concluimos que lo mejor era comprar unas caguamas e ir a dar vueltas al distribuidor vial. Fue un viaje glorioso. Lo demás es más o menos conocido: pulmones de apio en la Hija de los Apaches, chistorra, tequila y chela en la 30-30, casa de Asakhira y Tandem. Recién despierto y noto que todavía están sobre mi mesa los cadáveres del día del partido. Por eso la única conclusión de peso a la que puedo llegar ahora es que necesito un paje (que no paja, gentlemen), aunque sea de entrada por salida. El Fuc, insigne investigador del Colegio de México, me acaba de hablar: tenía lagañas en la garganta. "Me van a correr", me dijo preocupado. "Creo que sí", le contesté. Ya será de Dios. Ahora el problema es el siguiente: tengo la impresión de que quedé de verme con una argentina hoy en la puerta de Bellas Artes, pero no estoy muy seguro. Creo que voy a dejarme llevar por los hilos del destino, y me quedaré viéndome el dedo gordo lo que resta del día.

CAS

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