lunes, junio 02, 2003

Sucedió en el Virreyes

El Fuc se cagaba de risa de que un güey intentara fajarme. Como el principio de todo reventón con buena vibra es la tolerancia, yo trataba de explicarle a este carnal que no mamara (literal), que no me gustaba que güeyes desconocidos me agarraran las nalgas. El Fuc se retorcía. Pero cuando vio que perdí la paciencia y empecé a cerrar el puño encabritado, salió al quite. Entonces el chavo gay-pendejo se fue sobre él. Lo mismo: intento de violación mientras el Fuc le decía lo que yo. Tuvo menos paciencia. El problema fue que el Fuc estaba lo suficientemente alcoholizado para evitar que le partieran la madre. Entonces regresé por mis fueros. El güey ese agarró su corona de 330 ml del cuello y dijo órale cabrón; yo hice lo mismo pero con mi guama y contesté a ver de a cómo nos toca. La banda se abrió. Pero como los tipos de seguridad habían visto exactamente lo sucedido, llegaron prestos y se llevaron al increpador. Yo me quedé con mi guama en la mano mientras veía llegar al Fuc con otras dos más preguntando ¿dónde está, dónde está? Y aunque probablemente se hubiera armado la campal, me quedé con ganas de pegarle a ése. Al final, sólo lo vi cruzando la puerta del lugar, sacado a puntapiés por cinco compas de seguridad.

CAS

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